11/5/09



De pronto, las luces eran mas ardientes que el fuego, y dejo de ver, al menos lo que en realidad estaba a su alrededor. El roce se volvio de angelical a tosco y desperto no mas que odio en el. Ya eran las 3 am. Unos dias despues, en el hospital, habria por fin de ver, medio borracho todavia, aquella silueta. Las heridas en el orgullo, en el alma, le convencerian pronto de que los malos dias son una pelota con la que jugamos todos, algunas veces la atrapan unos, y asi va pasando, hasta que otro dia cae en tus manos de nuevo.

20 Hombres a duras penas bastaron para cargar el ataud. Incluso el Mayor se presento a rendirle honores. Lo cruel del caso estaba en las lagrimas de A. Sotomayor, quien, con duro semblante iba tras el jardin de margaritas maldiciendo una y otra vez.

El hombre con la rosa en el bolsillo izquierdo, lanzaba palabras al aire, tratando de explicar que iba a acompañarla a pasar el tiempo, y pasar el dolor.

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