27/3/09

Diferente

Hoy ablandé los muros de la incontingencia, blasfemé mis tontos esquemas para pensar, y maldije uno que otro momento. Hoy maté a balazos, fríamente, muchas de las razones que daban pie a gestos indecisos. También sacrifiqué sonrisas innecesarias en honor al intento de paz del día. Y seguí maldiciendo uno que otro momento.

Fue tiempo de tregua en mis guerras internas, para dejar pasar los funerales de un héroe caído. Fue un descanso de mi mismo. Un receso en las melodías, tristes o alegres, de mi mal hablar. Fue la misma sencilla descripción del olvido, porque a las miradas de mis miedos se les fue el juicio, y de repente estoy quedo ante tal impotencia. En tanto, a esos ojos se les fue el interés, dictándome, si bien ni poca, fue menuda sentencia.

Hoy me contuve a contenerme, iniciándome en los caminos de un verdadero hombre, con la significancia mayor de saber despreciar el orgullo, y saber disfrutar de la rabia frente a un espejo. De saber ser sumiso… Hoy me libere de muchas penas, mientras encadenaba a mi algunos sentimientos, por si decidían irse en un apagón, en un parpadeo. Pronto estaré a la luz de los campos de batalla, a quienes se les oye clamar, sin dar fe de aquel cuerpo que carga mi alma,” victoria!”.

Yo solo puedo contestarles en medio de lágrimas: “Todavía no termino de llorar”

Una voz débil, angelical, me dice: “Todavía no has aprendido a vivir”

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