12/7/10

Me he vuelto descomplicado para otros, aunque signifique la perdición de la autocomprension. Difícil tarea se me impuso, pero de eso se trata todo, de reconocer que me muevo al mismo tiempo que todos, de que el mundo no es mio y que no solo yo puedo verlo, superando baches en el camino que es la vida. Las letras con sangre son las escritas con mayor placer, porque de algún cuerpo tuvo que haber salido tanta ignorancia; y sacar esa duele mas que cualquier secreto que compartir o cualquier prototipo de culpa que la conciencia te muestre de a pedazos. He aprendido a aceptar las cosas que no puedo tener sin que esto signifique privarme del placer de quererlas, o rendirme, o resignarme. Nada de eso. Hasta hoy he ganado lo que nadie ha perdido, y por lo tanto lo que nadie ha sufrido. He transformado el ego en autoconfianza, o en la hipocresía necesaria para decir que no es igual lo uno que lo otro. Lo mas dificil de todo talvez haya sido darme cuenta de lo dificil que es en verdad estar solo, y no tener a alguien que soporte tus ideas, que necesite un pedacito de ti por dia. Supe que es casi imposible comprender a quien dice que duele no ser extrañado, esté mintiendo sobre ello o no. Contar con esas personas de siempre para responder a sus preguntas desesperadas por escuchar de mi no se convirtio en mi fuerte todo este tiempo. Lo dedique a responderme a mi mismo que espero o esperaba de todo ello, mientras el mundo que tenia armado se fue derritiendo, como un castillo de arena bajo la lluvia. Ningun santo, ningun crucifijo, ningun amuleto me pudo haber dado mejor regalo. Al haber por fin conocido el valor de mis deudas, me he propuesto citar a cada recuerdo, y pagarle tantas o mas lagrimas de las que deba. Levantarme a ser una persona sin sentimientos, pero dispuesta a sentir; puede que sea diferente a estar latente en la incertidumbre. Sé que si no he decepcionado a alguien, entonces me he cruzado tan solo a estorbar. De cualquier manera lo único que recibo de vuelta es lo mismo que he regalado: Indiferencia y olvido.
Hora de cerrar mis heridas, de darme un buen baño y de ir a dormir. Y así, al levantarme repuesto y con ganas, seguir listando en un papel las noticias, buenas o malas, de cada día.

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