12/5/09

Linternas y sombras

A diario, desde temprano salia a caminar investigando lo que ya sabia. Habia visto tanto tiempo pasar el mismo grupo de personas en la misma direccion, pero solo una persona nunca lo hizo, y siempre tenia maneras innovadoras de hacerle pensar en cual seria la eleccion o el movimiento del siguiente dia. Asi fue siempre, el mismo lago, el mismo puente, pero una persona diferente dentro del mismo cuerpo cada dia. Todo por el mismo deseo de tener algo de lo cual no aburrirse, y el mismo miedo de llegar a abandonar la soledad; que algun dia habria de darle un segundo para anhelar la compañia de alguien, y crecer, teniendo en el pensamiento por certero que nunca hubo oportunidades perdidas, sino un fracaso intencionado. Ahi estan, dos cadaveres envueltos en amor.

11/5/09



De pronto, las luces eran mas ardientes que el fuego, y dejo de ver, al menos lo que en realidad estaba a su alrededor. El roce se volvio de angelical a tosco y desperto no mas que odio en el. Ya eran las 3 am. Unos dias despues, en el hospital, habria por fin de ver, medio borracho todavia, aquella silueta. Las heridas en el orgullo, en el alma, le convencerian pronto de que los malos dias son una pelota con la que jugamos todos, algunas veces la atrapan unos, y asi va pasando, hasta que otro dia cae en tus manos de nuevo.

20 Hombres a duras penas bastaron para cargar el ataud. Incluso el Mayor se presento a rendirle honores. Lo cruel del caso estaba en las lagrimas de A. Sotomayor, quien, con duro semblante iba tras el jardin de margaritas maldiciendo una y otra vez.

El hombre con la rosa en el bolsillo izquierdo, lanzaba palabras al aire, tratando de explicar que iba a acompañarla a pasar el tiempo, y pasar el dolor.
Las nubes hacian juego con el sol, el juego de las personas a una charla consecutiva era esplendoroso, y habian aves de colores volando de un lado para otro danzando en el aire. Los arboles estaban radiantes, sonrisas de un lado, sonrisas del otro. Todos animados al compas del dia. De pronto, en un giro singular de palabras de mas, y palabras perdidas, aquel sol fue sofocante, el cielo dejo de brillar azulado, los arboles rigidos, las personas indiferentes. A cuestas pude sacar una sonrisa, precio para darme el lujo de escuchar la carcajada estridente que se volvió la vida hecha pedazos; oir mentiras que hacen de la semana dias en los que los muertos rien mas que yo, creyendolas chistes macabros.